¿Qué es un albacea?
Un albacea es la persona que se encarga de cumplir lo que el testador ha dejado escrito en su testamento. Es decir, vela para que se respeten sus últimas voluntades y se repartan los bienes tal y como él o ella lo decidieron.
Este cargo no es obligatorio en todas las herencias, pero sí es habitual que aparezca en los testamentos, sobre todo cuando hay varios herederos o cuestiones que requieren una gestión más ordenada. Por eso, cuando alguien fallece y ha nombrado un albacea, esta figura tiene un papel clave en el proceso de reparto.
Si alguna vez has oído hablar del término y te has preguntado qué es un albacea, ahora sabes que su función principal es facilitar la ejecución del testamento y actuar con responsabilidad, transparencia y respeto hacia los herederos.
Tipos de albacea más habituales
Aunque solemos hablar en general de albacea, lo cierto es que existen varios tipos, y cada uno cumple una función distinta según lo que indique el testamento. Conocer estas diferencias ayuda a entender mejor el papel que puede tener en una herencia.
Albacea testamentario
Es el más común. Lo nombra el testador en el testamento para que se encargue de que todo se cumpla según sus últimas voluntades. Su labor puede ir desde pagar deudas pendientes hasta entregar bienes a los herederos.
Albacea universal y albacea particular
La diferencia entre ambos está en el alcance de sus funciones. El albacea universal tiene la responsabilidad de llevar a cabo todo lo que el testador haya dispuesto. En cambio, el albacea particular solo se ocupa de tareas concretas, como por ejemplo entregar un bien específico a una persona determinada o cumplir una cláusula puntual.
Albacea contador-partidor
Este tipo de albacea, además de cumplir con las disposiciones del testamento, también se encarga de una de las tareas más delicadas: repartir la herencia entre los herederos. Es habitual en situaciones donde se quiere evitar conflictos o cuando no hay buena relación entre las partes implicadas.
Funciones y obligaciones del albacea
El albacea no es solo una figura simbólica dentro de una herencia. Tiene una serie de funciones muy concretas, recogidas en el Código Civil, y su intervención puede ser decisiva para que todo el proceso se desarrolle con tranquilidad y sin conflictos entre los herederos.
Estas son sus principales obligaciones:
- Custodiar los bienes y documentos del fallecido, evitando que se pierdan o deterioren antes del reparto.
Cumplir las disposiciones del testamento, asegurándose de que cada legado o voluntad del testador se ejecute tal y como está escrito. - Administrar los bienes temporalmente, hasta que se repartan de forma definitiva entre los herederos.
- Pagar las deudas y gastos pendientes, como facturas, impuestos o servicios funerarios, utilizando los fondos de la herencia.
Además de estas tareas, el albacea asume una responsabilidad legal importante, ya que debe actuar con diligencia y transparencia. Si no cumple sus funciones, los herederos podrían reclamarle. Por eso, es importante que la persona elegida sea de confianza y entienda el compromiso que implica aceptar este cargo.
¿Quién puede ser albacea y cómo se nombra?
Según el Código Civil, puede ser albacea cualquier persona con capacidad legal para obligarse, es decir, que sea mayor de edad y no esté incapacitada judicialmente.
Lo más habitual es que el albacea se nombre en el testamento, de forma expresa. En ese caso, se suele incluir su nombre completo, a veces también su DNI y, en muchos casos, el tipo de funciones que asumirá: si será un albacea particular, universal o incluso contador-partidor.
¿Y si no hay un albacea nombrado en el testamento? En ese caso, no se designa de forma automática. Solo se puede nombrar uno posteriormente si los herederos lo acuerdan de mutuo acuerdo o si lo autoriza un juez en determinadas circunstancias.
Por eso, es recomendable dejar esta figura prevista en el testamento, sobre todo si se prevén situaciones delicadas o si hay varios herederos. Un albacea claro y aceptado por todos puede facilitar mucho el proceso de reparto.
¿Qué sucede si el albacea no cumple con sus funciones?
En caso de no cumplir con lo que se le ha encomendado en el testamento o actúa en perjuicio de los herederos, puede tener consecuencias legales.
En estos casos, los herederos pueden solicitar su remoción ante un juez. También pueden reclamar daños y perjuicios si consideran que su actuación ha causado pérdidas o ha perjudicado el reparto de la herencia.
No es común llegar a este punto, pero cuando ocurre, es importante estar bien asesorados. Existen mecanismos para proteger los derechos de los herederos y garantizar que la voluntad del fallecido se respete.
¿Cuándo es aconsejable nombrar a un albacea?
Aunque no es obligatorio, nombrar un albacea en el testamento puede ser recomendable en repartos de herencia más complicados.
Por ejemplo, si hay varios herederos, si se prevén desacuerdos, si existen menores implicados o bienes difíciles de gestionar, contar con esta figura supervisando el proceso puede evitar muchos problemas.
Un albacea bien elegido garantiza que se respete la voluntad del testador y que todo el proceso sea más claro y ordenado.
¿Se puede renunciar al cargo de albacea?
Sí, el albacea puede renunciar al cargo, y de hecho es algo más habitual de lo que parece. Aunque en muchos casos se acepta por compromiso o confianza con el testador, lo cierto es que no todas las personas están preparadas para asumir esta responsabilidad.
La renuncia debe hacerse de forma expresa y por escrito, normalmente ante notario o mediante un escrito presentado en el juzgado competente. Es importante hacerlo cuanto antes para no entorpecer el proceso de reparto de la herencia.
Una vez aceptada la renuncia, los herederos pueden designar a otro albacea si están de acuerdo, o bien se puede solicitar al juez que nombre a uno en determinadas circunstancias, siempre que sea necesario para ejecutar lo dispuesto en el testamento.
Por eso, antes de aceptar el cargo, es importante entender bien qué implica ser albacea y valorar si se está en condiciones de asumirlo.

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